ARTE ROMÁNICO EN NAVARRA, recorridos

 

VESOLLA Y GUERGUITIAIN


VESOLLA

A Vesolla debemos ir por una pista, no hay carretera, que hay a la izquierda de la salida del pueblo por el lado contrario al que hemos llegado


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Conocemos por un documento de 1093 que el propietario de este lugar, Aznar López de Vesolla, donó la iglesia y todas sus tierras al monasterio de Leyre. A principios del s. XII dicho monasterio tiene que pleitear con el obispado de Pamplona por la propiedad que decía tenía derecho sobre el lugar. La propiedad se quedó en Leyre.

La iglesia de la Purificación se encontraba hasta hace muy poco tiempo abandonada y muy deteriorada, pero el día 6 de Octubre del 2015 se ha inauguró la restauración efectuada por el Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana.

Es un templo dedicado a la Purificación de Nuestra Señora de una sola nave de dos tramos con bóveda de cañón ligeramente apuntado y con Ábside semicircular con bóveda de horno.

Los capiteles de las semicolumnas adosadas a pilastra que hay en el interior representan hojas y bolas.

Destaca su portada con dos arquivoltas baquetonadas que descansan sobre columnas con capiteles decorados con relieves muy primarios entre los que se puede ver alguna cabeza humana, sencillos círculos imitando ruedas con radios, animales y roleos. Enmarcan, un tímpano que se apoya sobre ménsulas con bolas, en que se representa un hermoso Crismón Trinitario que conserva aún parte de la pintura original. Protege todo ello un guardalluvias decorado con puntas de diamante de grandes dimensiones.





GUERGUITIAIN

A la iglesia de San Martín de Guerguitiian, se llega por otra pista que sale prácticamente perpendicular a la otra parte del pueblo por donde hemos llegado.


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Esta pequeña construcción, presenta nave de tres tramos irregulares y cabecera semicircular. Sus muros son de gran grosor proporcionalmente.

Carece de contrafuertes exteriores. El sistema de soportes, como en Vesolla, muestra pilar y semicolumna adosada. El ábside se cubre con la tradicional bóveda de horno, mientras que la nave presenta una bóveda de cañón reforzada por fajones. Esta bóveda es fruto de una reforma muy posterior. La portada, abierta en el tramo intermedio del muro de la Epístola, es uno de los elementos de mayor interés de la construcción.

Exteriormente forma un bloque homogéneo y continuo, levantado con sillares de pequeño y mediano tamaño, aunque regulares y escuadrados. Un alero sobre canes lisos remata el perímetro mural (excepcionalmente existe un canecillo encima de la portada representando un personaje itifálico). En el hastial se erige una pequeña espadaña. Curiosamente no tenía más vanos que el de la portada, recibía luz por el destrozo hecho por una de las campanas que se cayó de la espadaña, hoy reparado, se ha abierto una saetera en el ábside que se encontraba cegada.

La portada, abierta en el tramo intermedio del muro de la Epístola, es uno de los elementos de mayor interés de la construcción. Está formada por un amplio arco de medio punto que se abocina mediante tres arquivoltas molduradas por gruesos boceles angulares flanqueados por otros menores y nacelas, protegidas por un guardalluvias. Las jambas acogen similar molduración, que determina la presencia de capiteles de gran tamaño y labra plana que se asemeja a una única faja decorativa. Su talla es muy rústica y popular, limitándose a ligeros relieves que esculpen un ave con la luna a los pies y una estrella a la altura de la cabeza, a la que mira. Volutas simulando brotes de helechos (el helecho, según los Padres de la Iglesia es el representante de simbólico de la humildad en toda su amplitud y en el Medioevo se apreció mucho debido a que se pensaba que tenía infinitas propiedades curativas). Otras figuras de origen vegetal, como una piña (símbolo de la eternidad). También una rueda solar y una estrella encima de tres hojas encerradas en un semicírculo, así como rostros humanos en los ángulos de las jambas interiores. Tanto la molduración de los arcos como la decoración de los capiteles son similares a los de la parroquial de la vecina Vesolla. Los tres gruesos boceles de cada arquivolta recuerdan también a la molduración de las arquivoltas interiores de Artaiz.

En el interior el conjunto de muro, pilastra, semicolumna adosada y plinto se acerca a los dos metros de grosor, que supera ampliamente la mitad de la luz de los fajones. Descansan en columnas de capiteles decorados con sencillos roleos e imitación a hojas. Una imposta lisa recorre toda la nave a la altura del cimacio de los capiteles. Los seis capiteles acogen una decoración parecida a los de la portada: largos tallos que nacen del collarino y se avolutan en los ángulos y centros superiores, rostros humanos en los vértices superiores, asociados a volutas y hojas. Algunos (arco triunfal) presentan un fondo de hojas lisas ordenadas simétricamente tres por cara sobre los que se colocan volutas también simétricas. El del lado del Evangelio muestra la citada división a partir de líneas incisas, con hojas de labra más detallada que penden de la parte superior de las aristas y dobles discos-volutas en el centro de la cara exterior. El capitel del primer tramo, también en el lado del Evangelio, vuelve a reproducir los helechos y sus brotes como en el exterior, que se repiten en el de enfrente enmarcando a la firma del maestro cantero. Uno de ellos muestra la inscripción “Petrus me fecit". En general este tipo de composiciones enlaza directamente con motivos de inspiración cisterciense cuya vigencia se extiende a la arquitectura parroquial durante la primera mitad del XIII. El citado capitel del Evangelio coincide sorprendentemente con uno de los capiteles de la nave de la abacial de Iranzu, lo que nos puede dar una idea de la difusión de los modelos decorativos de las grandes construcciones, así como de la cronología aproximada de la parroquial de Guerguitiáin y por asociación de la de Vesolla. La nave de Iranzu comenzada a principios del siglo XIII, se erige hasta sus capiteles dentro del primer tercio del siglo.

Para estas iglesias que comentamos, muy alejadas tanto geográfica como artísticamente de la abacial estellesa, deberíamos proponer un margen cronológico algo más amplio, probablemente dentro de la primera mitad del siglo XIII. Esta tardía cronología ilustra la pervivencia de la tradición románica en la arquitectura rural, así como su relación con motivos decorativos austeros y esquemáticos que parecen partir de la tradición ornamental cisterciense. El templo es lógicamente importante ya que conserva en buen estado un buen número de interesantes capiteles, así como un sistema de soportes de origen románico, muy frecuente en el ámbito de la arquitectura rural. También conserva portada de medio punto decorada, perímetro mural y ábside románicos. Todo ellos nos han llegado sin apenas adiciones.

Sería substancial analizar, tras la bóveda de medio punto de ladrillo, las huellas de la cubierta primitiva, para establecer si, como parece, en origen era de madera a dos aguas sobre arcos diafragma. Esta concepción de las techumbres, también muy habitual durante los siglos XII, XIII y XIV, ha sido frecuentemente remozada y rehecha a partir del siglo XVI.
















































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