Desde Pamplona salimos en dirección Logroño por la N-111, pasamos Estella, Los Arcos y unos 6 Kms. más adelante está Sansol, al lado encontramos nuestro destino: Torres del Río y
aquí la Iglesia del Santo Sepulcro. Total 65 kms. desde Pamplona.
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En 1100 ya aparece documentado cuando Jimeno Galíndez hizo donación a Iratxe de un monasterio en Torres ("justa illo kamino"). En 1172 Alejandro III papa toma al monasterio de Iratxe y a su
abad Viviano bajo su protección y confirma las prerrogativas y posesiones de sus monjes, entre las que se menciona expresamente la de Torres ("Turres") con todas sus pertenencias.
La Iglesia del Santo Sepulcro (hacia finales s. XII) es un edificio que, como la Iglesia de Santa María en Eunate que hemos visto en el Recorrido VIII, tiene forma octogonal y sobre los que se barajan
diferentes hipótesis tanto sobre su finalidad, como sobre su origen. Aunque su planta está en la línea de las construcciones de los Caballeros del Santo Sepulcro, existen documentos que
confirman su autoría por esta orden militar, para más tarde ser donada al Monasterio de Irache. Lo que tampoco está claro es que ambas se utilizaran como faro para indicar en la noche a los
peregrinos el Camino de Santiago, al menos no se ha descubierto ningún indicio que confirme esta teoría.
Como he dicho, es octogonal y se accede por una portada de medio punto en su lado sur. Consta ésta de dos arquivoltas lisas, y guardapolvos decorado con dibujos geométricos, descansan en una
columna a cada lado con capiteles lisos, cuyo cimacio tiene decoración vegetal. El tímpano, que fue retocado posteriormente, presenta una cruz patriarcal
Antes de acceder al interior damos una vuelta al rededor del templo cuyo alzado y planta veremos reflejado en el interior y de paso, podemos observar la magnífica sillería perfectamente
escuadrada con la que está construida. El octógono presenta: adosado al este, el ábside semicircular sobre un pedestal para salvar el desnivel del terreno, tiene una ventana axial de medio punto
sencilla; al lado opuesto la torre por la que se ascendía a la linterna, con vanos muy estrechos como saeteras. Horizontalmente se divide el edificio central en tres cuerpos claramente separados por impostas
molduradas. En las esquinas tiene adosadas columnas que terminan en capiteles de decoración vegetal.
En el cuerpo inferior sólo destaca la portada que hemos comentado. El segundo está decorado con arcos ciegos apuntados, con excepción de los inmediatos al ábside que tienen en su interior,
además, ventanas de medio punto con dos arquivoltas sobre columnas con capiteles decorados con aves o entrelazos y con cimacios de dibujo geométrico.
El cuerpo superior y en todos sus lados -menos en el que tiene la torre adosada-, presenta ventanas también de medio punto, con dos arquivoltas de grueso bocel, con bolas en los intradós y chambrana
decorada con vegetales; descansan sobre un cimacio liso, que da paso a columna y una amplia pilastra a cada lado, las primeras con capiteles de decoración variada, tanto vegetal, como bestiario; son
prácticamente ciegas, perforándolas una pequeña abertura que ilumina la cúpula, como veremos más tarde. Por encima, el tejaroz cóncavo con bolas, sustentado por modillones
de cuatro lóbulos, da paso a la linterna que asemeja las formas del edificio, octogonal, dividido horizontalmente en tres cuerpos y columnas en las esquinas; se abren a los cuatro puntos cardinales unos
vanos lisos de arco de medio punto rebajado.
Lo primero que llama la atención nada más entrar es la cúpula, que culmina los dos cuerpos, éstos diferenciados claramente por una imposta taqueada y cortados en su vertical por columnas
adosadas en las esquinas del octógono, con capiteles que representan temas típicos del románico: centauro disparando flecha a arpía, monstruo entre leones, vegetales entrelazados, roleos
y en el arco del triunfo historiados, con el Descendimiento y la Resurrección. A excepción de estos dos últimos que tienen una imposta de entrelazos y palmetas, todos los demás se mantienen
unificados por el taqueado que recorre el perímetro de la nave.
La cúpula como hemos dicho, logra centrar la atención del visitante. Está formada por una estrella de ocho puntas dibujada con fuertes nervios prismáticos cruzados, que nacen en modillones
polilobulados; en los ángulo de unión se abren los pequeños vanos cubiertos de celosías talladas en piedra con remate de torres y castilletes, en correspondencia a los que hemos
comentado de las ventanas exteriores. De las columnas nace un nervio más, que refuerza el ángulo en los cruces de los nervios. En el espacio central, sobre una moldura taqueada se eleva una perfecta
cúpula circular.
Al ábside se accede por un arco apuntado sobre columnas con los capiteles descritos anteriormente y bóveda de horno a partir de la imposta taqueada, continuación de la que separa
el primer cuerpo. Está iluminada por la ventana axial de medio punto abocinada y lisa que hemos visto en el exterior, iluminando un Cristo con cuatro clavos y corona real tardo románico.
En las paredes laterales anteriores al ábside se abren las ventanas de medio punto, fuertemente abocinadas con una arquivolta decorada con palmetas y otros vegetales, que voltea sobre columnas con capiteles de
temas vegetales y animales, los cimacios presentan dibujos geométricos.